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jueves, 3 de enero de 2013

Reyes Magos: El Enigma de los venidos de Oriente


El doctor Antonio Las Heras nos cuenta el 
misterio de los Reyes Magos 
“Del oriente vinieron magos que seguían 
a una estrella, 
la cual se detuvo sobre el lugar  donde nació 
el nuevo Mesías.” 

Esta frase del Evangelio ha despertado – desde un principio – la curiosidad 
en los creyentes y el afán de investigación en los estudiosos.

Hasta hace poco había acuerdo en general para coincidir en que los magos venidos 
de Oriente que menciona el Evangelio eran sacerdotes babilonios. Ha habido cierta 
coincidencia en que la  referencia a magos procedentes del Oriente refiere a la 
Mesopotamia y, más precisamente, a la ciudad de Babilonia, donde es reconocida la 
existencia de una destacada casta de sacerdotes astrólogos.

Empero, el nuevo libro – “La infancia de Jesús” – del Papa Benedicto XVI afirma 
otra cosa. Dice que, según los textos sagrados – hace referencia al evangelista Mateo 
y al profeta Isaías – su procedencia no era otra que Tarsis – o Tartessos – un 
reino que los historiadores ubican en algún punto indeterminado entre las provincias 
de Huelva, Cádiz y Sevilla.
"Así como la tradición de la Iglesia ha leído con toda naturalidad el relato de la 
Navidad sobre el trasfondo de Isaías 1,3, y de este modo llegaron al pesebre el buey 
y el asno, así también ha leído la historia de los Magos a la luz del Salmo 72,10 e 
Isaías 60. Y, de esta manera, los hombres sabios de Oriente se han convertido en 
reyes, y con ellos han entrado en el pesebre los camellos y los dromedarios", escribe 
Benedicto XVI. "La promesa contenida en estos textos extiende la proveniencia de 
estos hombres hasta el extremo Occidente (Tarsis, Tartessos en España), pero la 
tradición ha desarrollado ulteriormente este anuncio de la universalidad de 
los reinos de aquellos soberanos, interpretándolos como reyes de los tres 
continentes entonces conocidos: África, Asia y Europa."
Habida cuenta de estas afirmaciones papales tiene sentido traer a la memoria 
una síntesis de cuánto se ha dicho sobre estas personas que acompañaron a 
Jesús, José y María al tiempo del Nacimiento. Veamos.

En la Biblia se los llama "magos", a secas, siendo mencionados una sola vez: 
"Después de nacer Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, unos 
magos llegaron de Oriente a Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el rey de los 
judíos que ha nacido? Porque hemos visto su  estrella en Oriente y venimos a 
adorarlo.(...) abrieron sus cofres y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra
(...)".














El profesor Alfonso Di Nola, experto italiano en Historia de las Religiones y 
autor de textos fundamentales que han ayudado a esclarecer al respecto, señala:
"Los Magos son personajes del Evangelio, aunque se mencionan exclusivamente 
en el segundo capítulo del Evangelio de San Mateo. No son ni tres, ni reyes. 

Son mencionados de manera imprecisa como "magos" y provienen de un Oriente
también indeterminado. (...).
Posteriormente los textos apócrifos harán de ellos personajes más complejos,
estableciendo que eran tres, y ricos... Pero en un principio no eran así".

El historiador argentino Armando Alfonso Piñeiro se refiere al tema en su libro 
"Los fantasmas del pasado" donde escribe que los magos eran "sacerdotes y 
astrónomos de origen persa, como lo probaría el uso de camellos para transportarse  
hasta Belén. Vivían en Comagenes, diminuto reino ubicado al norte del río Eufrates 
y como rendían culto al Zoroastro, era imposible que fueran astrólogos. En aquella 
época se llamaban magos, precisamente, a los astrónomos y en general a todo docto 
personaje". También el destacado Maestro Masón del Grado 33º Emilio J. 
Corbiere – ya fallecido – pensaba así.  Merece un párrafo especial el hecho 
de que estos sabios llegaran a Belén guiados  por los movimientos de un objeto 
celeste al que el evangelio denomina “estrella” de manera ambigua; pero que 
bien pudo ser un cometa, un stellium, una supernova o cualquier otro 
fenómeno cósmico que se destacara en el firmamento. El que usaran un objeto 
así para guiarse obliga a pensar que se trató de astrólogos o astrónomos. 
Más propiamente en aquellos días sacerdotes, maestros esotéricos o practicantes 
de la Alta Magia Blanca.  Sin olvidar, claro está, que el objeto cósmico 
– fuera lo que fuese – estuvo profetizado.  

En Jeremías leemos: «Y tú, Belén, tierra de Judá, de ningún modo eres la menor 
entre las principales ciudades de Judá, porque de ti saldrá un jefe que será el 
pastor de mi pueblo Israel.»  Y también está la profecía de Balaam: 
«Una estrella brillará sobre Jacob y un cetro brotará de Israel.»
Hay opiniones de que se trata de una creación surgida de la imaginación del 
evangelista Mateo para enfatizar que Jesús fue reconocido por todos los pueblos 
del orbe. 
En cuanto al hecho de llamárselos “reyes” – lo que sólo ocurrió a partir del 
Siglo III – puede deberse a que se quiso dar confirmación a una profecía del 
Salmo 72, donde se lee: “Todos los reyes caerán delante de Él”.
Con el tiempo, surgieron grabados antiguos donde los viajeros aparecen vestidos 
con túnicas ceñidas a la espalda, sobre la cual flota el manto echado hacia atrás.
Gorros frigios y las piernas desnudas o cubiertas con polainas apretadas, según 
la costumbre persa.

Hay polémica sobre la cantidad de magos que integraba el célebre grupo que, según 
quienes, fluctúa entre cuatro y doce. Explica Alonso Piñeiro que "en el siglo V el Papa 
San León dictaminó que eran tres. Ello no sólo coincide con numerosos testimonios 
coetáneos, sino también con el sugestivo hecho de que los regalos obsequiados al 
Niño Jesús eran oro, incienso y mirra. Vale decir, uno por cada visitante". 
Di Nola coincide: "Es a causa de los dones que presentan al niño Jesús, el oro, 
el incienso y la mirra, que ellos se convirtieron en tres para la tradición posterior. A
Anteriormente eran catorce". Prueba de estas diferencias numéricas se ven 
reflejadas en las pinturas alegóricas del siglo tercero representando a dos magos 
solamente así como las realizadas doscientos años más tarde que elevan la cifra a 
cuatro. 
Algunos manuscritos armenios de la época hablan de doce; tal vez uno por cada 
signo del Zodíaco.
El teólogo cristiano Orígenes (n. 185/m. 284)  refirió que no podía haber más ni menos 
magos que regalos recibiera Jesús, por lo que la cifra quedó establecida en tres. 
El papa San León suscribió esta idea.
Sobre su procedencia – que recién hacia el Siglo IX comienza a comentarse – 
se atribuyó Melchor ser rey de Persia, a Gaspar de la India y a Balthazar rey 
de Arabia. En hebreo estos nombres significan: Melichior, “rei de luz”; 
Gathaspa “el blanco” y Bithisarea “señor de los tesoros”. 

«Los reyes de Tarsis y de las islas ofrecerán presentes, los reyes de Arabia y Saba 
le traerán sus regalos, y todos los reyes de la Tierra le adorarán». (Salmo 71,10). 
Aquí aparece Saba, lo que conlleva otro misterio pues son las tierras de la 
enigmática Reina de Saba, territorio que hasta fuera buscado por aire en 
el desierto de Yemén en 1933 por el mismo André Malraux.
De acuerdo a los libros litúrgicos los "Reyes Magos" fueron así denominados 
recién en el siglo VI. Un siglo después adquirieron nombres y fisonomía propia. 
Fue cuando el historiador y monje benedictino inglés Beda, el Venerable 
(n. 673/m. 735), sentenció: "Melchor era anciano, de larga y poblada barba; 
Gaspar, joven, lampiño y rubio, y Baltazar negro con espesa barba".
Algunos historiadores sostienen que los "magos" murieron en el año 54, 
después de celebrar juntos la Navidad. Tras siglos de peregrinaje, sus restos 
alcanzaron reposo en tierra alemana.
Relicario de los Reyes Magos en la Catedral de Colonia, Alemania
Alonso Piñeiro aclara: "(...) en la bella Catedral de Colonia admiré el sepulcro de los 
famosos Reyes, consistente en una urna de oro y plata de trescientos cincuenta kilos de peso. 
¿Cómo llegaron esos restos de hasta la cautivante ciudad germana? En lo que fue, 
sin duda, la primera expedición arqueológica de la historia Elena, la madre de 
Constantino el Grande – fundador del Imperio Bizantino – encontró la Cruz en la 
que Cristo fue crucificado, la corona de espinas y los restos de los Reyes Magos. 
Posteriormente, éstos fueron trasladados desde Palestina – lugar del hallazgo – 
hasta Constantinopla (...) tiempo después hubo otra mudanza, en esa ocasión 
hasta Milán. En el año 1164, el emperador Federico Barbarroja le regaló la urna 
al obispo de Colonia, quien hizo edificar lo que al tiempo sería la actual 
y bellísima Catedral homónima. (...) Como se supone que los Magos murieron 
martirizados, se fijaron las fechas respectivas de su martirologio: el 1 de enero 
San Gaspar; el 6 de enero San Melchor y el 11 de enero San Baltasar".

Aunque – según una tradición de la Edad Media – los magos se habrían 
encontrado 50 años después del nacimiento de Jesús, en Sewa – una ciudad 
de Turquía – donde, finalmente, habrían de fallecer. Mucho después, 
sus cuerpos fueron llevados a Milán (Italia). 

Muchas gracias doctor Las Heras!
Si quieren comunicarse con el doctor Antonio Las Heras, pueden hacerlo
teniendo en cuenta los siguientes links:

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social y magister en Psicoanálisis. 
Presidente de ACARMAS, Academia Argentina de Masonería, Ciencias 
Iniciáticas, Primordiales y de la Tradición Hermética. Gran Prior Magister 
para la Argentina de la Soberana Orden Militar del Templo de Jerusalén. 
Autor de “Jesús de Nazareth. La biografía prohibida”, Ediciones Nowtilus 
(Madrid) y “Sociedades secretas: Masonería, Templarios, Rosacruces 
y otras ordenes esotéricas”, Editorial Albatros (Buenos Aires), libro que 
recibió la Faja Nacional de Honor en el Género Ensayo de la Sociedad 
Argentina de Escritores (SADE).
Facebook: Antonio Las Heras. Teléfono 54 11 4371 4788

Silvia Ramos de Barton
Directora
Twitter: @SilBarton

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